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El pensamiento De Los Modernistas 

Es muy frecuente la alusión de culturas lejanas, también los escritores de este movimiento se caracterizaban por su deseo de ser cosmopolitas y trascender la realidad en la cual vivían, esto los llevo a tomar imágenes tomadas de culturas exóticas, europeas, de Oriente o pertenecientes a otras épocas.

Para expresar sus preocupaciones y sentimientos, los modernistas recurrieron a una renovación formal y estadística  en la que eran frecuentes los símbolos, los giros complejos con palabras de gran sonoridad o la laberíntica combinación de las rimas de un amplio vocabulario metafórico, integrado por un amplio vocabulario metafórico, integrado por flores (loto, crisantemo, nenúfar), animales (cisne, ibis, cóndor), piedras preciosas, colores, ciudades exóticas y abundantes referencias a otras artes

Friedrich Nietzsche 

Friedrich Nietzsche (1844-1900) realiza una crítica radical a la cultura de su tiempo. Esta crítica abarca un espectro que va desde Sócrates y Platón hasta la filosofía de la Ilustración. En su honda crítica a los valores occidentales cuestiona la objetividad propugnada por el positivismo. Las verdades son construcciones artificiales que derivan de interpretaciones subjetivas, el conocimiento es siempre fruto de un particular punto de vista. Esta filosofía tendrá un fuerte impacto en los escritores modernistas.

Thomas Ward, en su artículo de investigación titulado “Los posibles caminos de Nietzsche en el Modernismo”, se ocupa del vínculo existente entre el modernismo y la obra del filósofo, centrándose fundamentalmente en la llamada primera generación modernista. Su investigación se inicia cuestionando algunos de los lugares comunes vinculados con este período, se acusa a sus escritores de elitismo, subjetivismo, esteticismo y, en general, de incomunicación con la realidad circundante. El crítico considera, por el contrario, la actitud estética modernista como una respuesta a la irrupción de la industrialización con el consiguiente ascenso de la burguesía.
Ward destaca, además, la complejidad de este movimiento al que considera como constituido por tendencias distintas. Luego de hacer referencia a la concepción de Federico de Onís sobre el modernismo, una época que encierra diferentes tendencias literarias, filosóficas, económicas y sociales, Ward se centra en su objeto de estudio: la vinculación del modernismo con la filosofía y, en particular modo, con la de Nietzsche. De la misma destaca su naturaleza contradictoria que, aunque hecha de atracción y repulsión, no deja de ser sustancial. Después de mencionar el profundo impacto que esta filosofía tuvo en España, citando entre otros a Valle Inclán, el crítico se concentra en América Latina.
Las primeras traducciones de la obra de Nietzsche se publicaron años después  de sus ediciones alemanas, francesas y españolas, exactamente en 1919 (México) y en 1924 (Argentina). La difusión de la obra del filosofo siguió entonces otras vías. Los modernistas tuvieron la oportunidad de leer de y sobre Nietzsche en revistas y diarios o en publicaciones de Alemania, Francia y España que llegaron a Latinoamérica, especialmente a México y Argentina. Muchos de los modernistas hablaban diversas lenguas y cabe recordar que eran asiduos viajeros, lo que les permitió un acceso directo a las fuentes.
Ward observa que incluso muchos de los escritores de la llamada primera generación modernista expresan el pensamiento del filosofo “sin haberlo leído” porque “sus ideas estaban en el aire”. Se trata de una actitud asumida en reacción, como dijimos al inicio, a la crisis generada por la industrialización. El crítico vincula dicha respuesta a siete áreas temáticas que considera, al mismo tiempo, modernistas y nietzsche. Éstas son: la crisis moral (fruto del fin de las religiones y del consecuente enfrentamiento directo con la vida y con la nada); lo macabro (sin la moral que protege al individuo éste tendrá que asumir la transitoriedad de la vida, no más la muerte como inicio de la vida eterna); el lujo (el lujo/belleza puede sobrevivir a la muerte); la decadencia; el arte como valor supremo (el cuestionamiento de la nueva dimensión práctica del arte); el rebaño y el artista y por último lo espiritual. Es oportuno señalar el carácter crítico y no imitativo de este diálogo de textos.
Finalmente, a manera de nota, será oportuno considerar que este exhaustivo estudio que toca un tema clave e iluminador de la experiencia modernista y su unión con Nietzsche está sostenido por un riguroso estudio y citación de los textos a los que hace referencia, contribuyendo de este modo al rigor, profundidad e interés crítico que debe caracterizar este tipo de trabajos.

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